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Taller Literario 2015

Biblioteca Popular "José A. Guisasola"

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Taller Literario 2016

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Arrepentimiento. Por Bárbara Fischer Farías. Consigna 4, Nivel A - Módulo 4


Un accidente de auto me dejó inmóvil por varios meses, me había despertado rodeado de aparatos que indicaban que estaba vivo. Me encontraba solo en la habitación 115. Nadie en meses había venido a verme y los médicos no sabían nada de mí.

Esa mañana en que desperté, comencé a recorrer la habitación con la mirada, de pronto viajé al pasado, donde me veía rodeado de amigos y familiares, no entendía por qué entonces estaba solo si mis recuerdos decían otra cosa, recordé tener amigos y una gran familia ¿Dónde estaban todos ellos?

Tratando de darme vuelta en la cama, ya inquieto de esa posición, me aferré a la almohada y traté de pensar en que todo era un sueño, que lo que estaba viviendo era una pesadilla y que no debía temer.

Entonces recordé quién era, no pude evitar sentir vergüenza y asco de mi mismo. Mi vida había cambiado hacia un tiempo, antes de sufrir este accidente yo mismo me había encargado de alejar a toda mi gente, mi reputación se había acabado por la traición cometida a mi esposa, en mi mente solo resonaban sus gritos ¿Cómo pudiste? ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!

La noche anterior al accidente, el romance oculto con mi cuñada había salido a la luz, todo se nos había ido de las manos y ya no podíamos esperar a vernos fuera de la casa, como veníamos haciéndolo desde hacía años.

Esa noche ella y yo quedamos solos en casa, mi esposa había salido de cena con sus amigas pero volvió más temprano de lo normal y así fue, nos encontró en pleno acto, no podíamos negar ni intentar explicar nada. Lo había visto todo.
Después de una terrible discusión con mi esposa, ella me echó de la casa que compartíamos con la familia, tomé las llaves de mi auto y sin más tuve que irme.

Después de meses de rehabilitación —ya que mis huesos habían quedado hechos añicos— logré salir de la clínica. Me enteré por un conocido, que mi amante también había sido expulsada de la casa. Ya no había remedio, estábamos pagando por el error cometido. Experimenté el precio de la soledad y la vergüenza, el arrepentimiento me invadió y no tardé en hundirme en llanto y desesperanza. Como no me había dado cuenta antes que mi pecado me llevaría a la ruina, había perdido toda mi hermosa familia, estaba solo en el mundo, la mujer que me había acompañado por años ya no estaba a mi lado.

Que sería de mí, me pregunté. Sin trabajo, sin casa, sin nadie que me apoyara. Pues solo me quedaba seguir adelante, lo peor ya lo había pasado, al estar al borde de la muerte.

Ahora solo me queda cargar con la culpa de haberlo destruido todo pagando un precio muy alto: la soledad absoluta.



Bárbara Fischer Farías
Modalidad: a distancia
Nivel A – Módulo: 4, consigna 4 alfa
Campus Virtual – Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Agosto de 2015

Una niña perdida en el bosque. Por Isabel Racciatti. Consigna 4, Nivel A - Módulo 4


Había una vez una familia que vivía en un bosque, donde los árboles bondadosos cubrían los nidos de los pájaros entre sus hojas mientras ellos cantaban sus hermosas melodías.

Tenían una casa recubierta con piedras que de noche brillaban y la iluminaban, con muchas ventanas donde el sol muy temprano con su resplandor dorado les anunciaba el amanecer.

Estaba rodeada de árboles, flores, era ¡¡¡muy alegre!!! Los cuatro eran muy felices viviendo allí. Mora, la menor, era pequeña, morocha, con ojos verdes de tez blanca, tan blanca como las nubes. Rogelio su hermanito, se destacaba por curioso, picarón y travieso. Sus papás siempre estaban para cuidarlos.

Juntos hacían cosas divertidas, tenían juegos de mesa, leían cuentos, cocinaban, eran muy compinches y los educaban con mucho amor.

Todos trabajaban para poder vivir en ese lugar, la niña era muy estudiosa, ayudaba a su madre en todo lo que podía, Rogelio jugaba con las semillitas de colores que encontraba en el bosque, hacía agujeritos y las enterraba. Las semillitas las cuidaba y luego nacían, cerezas, arándanos, etc. Luego las cosechaban y mientras bailaban, llenaban los canastos de frutos. Su mamá preparaba los frascos para envasar los dulces que llevarían al pueblo todos los meses junto a los muebles que su papá fabricaba con madera que juntaba en el lugar. Las mantas que tejían en familia y muchas cosas más.

Así sus días pasaban sin darse cuenta.

Una mañana deciden ir al pueblo. Prepararon los caballos, el carro y la mercadería, ya preparados para salir, Mora no quiso ir y con varias excusas convenció a sus papás, eso sí, no debía salir de su casa ni abrir la puerta a nadie. Les dio un beso grande y entró: hizo los deberes porque al otro día debía ir a clases luego tomó la leche y miró hacia afuera, se sentía aburrida, se moría por recorrer el bosque. Entonces tomó su sombrero con flores, los anteojos oscuros, la cantimplora con agua y salió sin pensarlo. Los topos curiosos al verla asomaban sus cabezas y las volvían a guardar.

Ella nunca salía sola; siguió y ahí fue donde las ardillas traviesas que jugaban con las flores y las mariposas la vieron, se unieron al paseo, les gustaba estar con la niña, caminaron, cantaron, jugaron sin parar, se cansaron y decidieron dormir una siestita.

Cuando despertó, el sol se había escondido, las estrellas brillaban y Mora estaba sola, sus amiguitas se habían ido. Tenía miedo por lo que se levantó y caminó.

Como por arte de magia aparecieron las luciérnagas, se treparon sobre su sombrero y la alumbraron, gracias a ellas encontró una choza, se acercó y contuvo la respiración. Abrió la puerta, instantáneamente la invadió una sensación de alivio, una mujer insignificante avejentada y con el cabello revuelto estaba a su lado, Mora dio unos pasos hacia adelante y lloró, sus lágrimas humedecieron su ropa, tenía frío, hambre. La anciana se dio cuenta y le dijo no tengas miedo compartiremos la cena y la cama, mañana muy temprano te llevaré, conozco este lugar de punta a punta, aquí nací y crecí. Lávate y luego cenamos. Así fue, le ayudó a lavar los platos y se acostaron. Mora arrepentida pensaba en su familia que seguramente estaría buscándola sin parar, dio mil vueltas en la cama y así logró dormirse.

Muy temprano la anciana se levantó, le preparó la leche, abrió la puerta y con un silbido llamó a Gervasio que era su burro; en éste subió a la niña y salieron, hablaron mucho, la señora le contó que vivía sola hace muchos años .Mora con pocas palabras describió la hermosa familia con quien vivía y lo feliz que era ¡¡lo mucho que los amaba!!

Así la vuelta fue más corta, llegaron, sus padres estaban afuera, la regañaron, ellas trataron de explicarle, entendieron pero su penitencia tenía que cumplir, quince días sin salir a jugar. Mora aceptó, se dio cuenta que no debía desobedecer a sus papis y si de algo está segura es que no lo volverá a hacer.

Desde ese día su amistad creció con la anciana, se visitaban, pasaban muchas horas juntas y ella fue para los hermanitos la abuela que siempre soñaron tener y ella ahora no estaba sola tenia ¡una hermosa familia!


Isabel Racciatti
Modalidad: a distancia
Campus Virtual – Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Agosto de 2015

Tareas para esta lección "Taller Literario - Módulo 4"

Consigna 4

Consigna 1: elegir una de las cuatro opciones (alfa, beta, gamma o delta) para desarrollar un texto. Antes de comenzar a escribir se deberá pensar en el narrador: elegir el punto de vista.

Consigna alfa:
“Aprendí que no debía abusar de mis amigos. Tuve miedo. La soledad me perseguía.”


Consigna beta:
“Contuvo la respiración y abrió la puerta. Instantáneamente, le invadió una sensación de alivio. Una mujer insignificante, avejentada, con el cabello revuelto y la cara llena de arrugas, estaba a su lado”.
(George Orwell, 1984)


Consigna gamma:
“Naturalmente, esto no es una aventura, ni un programa, ni -menos que menos un noviazgo. Sin embargo, es algo más que una amistad.”
(Mario Benedetti, La Tregua)


Consigna delta:
“Ellos no sabían lo que les iba a suceder”.



Extensión máxima: dos carillas.


Nota importante: Antes de entregar: lean y relean en voz alta, borren repeticiones, escriban oraciones breves, borren lo que no consideren que es fundamental y chequeen los tiempos verbales.

Nota importante 2: Ordenen los nombres de sus archivos. Si el primero se llama: “Consigna 3 – Laura Martínez” van a recibir mi devolución como “Consigna 3 – Laura Martínez -visto-“; entonces para trabajarlo y volvérmelo a mandar tienen que agregarle un “corregido” o un “2”


IMPORTANTE: Fecha límite de entrega de consignas 16 de agosto.


Ilustración: ©Eugenia V. Cano - ©CONACULTA – MÉXICO 2012





Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Argentina de Creative Commons. @Literatorio de Julia Martín. Está prohibida su venta o comercialización, total o parcial.
Si va a reproducir parte del contenido de esta obra, deberá citar la fuente.
www.literatorio.com.ar │julialetras@gmail.com

Taller Literario – Módulo 4


¡Bienvenidos a la CUARTA parte! Estoy segura de que están entusiasmados. Este Módulo es muy importante.

Esta vez, comparto tres cuadernillos: uno que contiene la teoría (como siempre) y uno que tiene las lecturas.

POR FAVOR: Aquí es donde deberán dejar sus consultas y comentarios respecto de los contenidos. (No me dejen mensajes en otras partes que no tengo acceso inmediato a ellos).


Nivel A – Módulo 4 – LECTURAS

Escritura nivel A – Módulo 4




Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Argentina de Creative Commons. @Literatorio de Julia Martín. Está prohibida su venta o comercialización, total o parcial.
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Libertad condicional, por Azul Pacheco. Consigna 3, Nivel A - Módulo 3


El miedo fue la señal. El silencio, un grito cercado.


Era una mañana de ensueño cuando la señorita Cristina abrió la puerta. Abrazada a la libertad empujó su cuerpo al destino que le brindó la descalabrada escalera. Con paso torpe se puso en movimiento y bajó hacia la nueva vida que empezaba al cruzar la calle. Miró su reloj y sintió palpitar ese instante en la extensión del cielo abierto que la invitaba a volar.

Colgó al hombro el bolso en el que amontonó su historia con la poca ropa que tenía; ajustó el abrigo, enganchó su echarpe a la cartera de mano, sacó los anteojos negros para cubrir su ojo amoratado y sonriendo se marchó.

Dejó una nota sin firmar sobre la mesa del comedor; decía: “Más vale sola que mal acompañada”.



Así de simple es la supervivencia en la tribu urbana. Nada hay que demostrar, solo tener el coraje de sublevarse a tiempo y mostrar los dientes cuando intentan ponerte un collar.

¿Cómo lo sé?

Porque la señorita Cristina soy yo. Mi única propietaria.



Azul Pacheco
Modalidad: a distancia
Nivel A – Módulo: 3, consigna 3
Campus Virtual – Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Julio de 2015

LA DOCTORA COYA, por Mónica Yacob. Consigna 3, Nivel A - Módulo 3


La doctora Elisa Rivas de Hernández tenía una vida plena. Estaba casada con un importante empresario, con dos hijos y el futuro asegurado. Ella era la mejor cirujana de la ciudad.

Una fría mañana de junio escuchó que su hijo menor se quejaba. Cuando lo revisó, notó que estaba muy mal y había que operarlo de urgencia. ¿Quién mejor que ella para asistirlo?

Organizó todo, buscó los más eficientes médicos y el instrumental apropiado. Se trataba de la vida de su pequeño y quería la mejor atención posible. La operación duró demasiado y todo empezó a complicarse. Sus órganos cada vez respondían menos. Terminó de operarlo y lo llevaron a terapia intensiva. El niño empeoraba segundo a segundo, estaba en coma y lleno de cables. Ella no se movía de su lado.

Pasaron algunos días, hasta que un domingo que era el día de la madre abrió sus ojos y en voz muy baja, dijo: mamá, no me duele nada, soy feliz y veo una luz blanca. Escucho la voz de la abuela que me llama. Solo quiero ir a casa, estoy cansado. La doctora haciendo un gran esfuerzo para no llorar, le dijo: Pronto nos vamos a casa. El pequeño sonrió, la miró y le dijo: Te quiero mucho mamita.

Y murió.

La mujer devastada corrió al pasillo a darle la noticia a su marido, quien furioso empezó a golpearla mientras le gritaba: ¡asesina, asesina! Ella se sentía impotente. Había salvado tantas vidas pero no pudo salvar a su hijo.

Pasó el tiempo y sentía que ya no podía vivir más así. Su marido la maltrataba y toda la casa le recordaba al niño. Sus juguetes, su cama, su lugar en la mesa, su risa cantarina. Entonces no pudo más, dejó todo y se marchó sin mirar atrás por temor a arrepentirse. Sabía que su otro hijo quedaba en buenas manos. No se llevó nada, se fue con lo puesto.

Caminó sin rumbo, hasta que el cansancio la venció y cayó rendida al costado de una calle. Ahí la encontró un camionero que la quiso ayudar. Ella le pidió que la llevara lo más lejos posible. Como el camionero iba al norte, la dejó en un pequeño pueblo de la puna jujeña.

Ahí quedó ella en la plaza, detrás de la quebraba la luna hacía su aparición. La gente del lugar era muy hospitalaria, le consiguieron ropa, una humilde cabaña cerca del pueblo y un trabajo de pastora de vicuñas. Se levantaba a las 5 de la mañana y después de tomar su mate cocido salía a pastar los animales, iba junto a otras mujeres. Ella se mantenía callada.

Fueron pasando los años y a pesar de su tristeza estaba en paz. La cabaña donde vivía era pobre, pero tenía una vista magnifica hacia los cerros multicolores, y a lo lejos se sentía el cantar de un arroyo.

Una mañana fue diferente, se levantó con un vacío en el estómago que no podía explicar. Estaba cuidando las vicuñas al costado de la calle, cuando un auto volcó casi enfrente de ella. Sin dudarlo corrió al lugar del hecho donde había un hombre, una mujer y una niña. No reparó en los adultos, sólo se ocupó de la menor que estaba muy mal. La tomó en brazos y la llevó al hospital del pueblo donde había quirófano pero no tenían medico. Entonces ordenó que prepararan todo porque iba a operar a la pequeña, y así fue como le salvó la vida.

Unos días después, fue a visitarla y cuando averiguó que todo estaba bien, decidió marcharse, pero un fuerte brazo la detuvo. Cuando giró, se encontró un hombre igual a su marido de joven. Lo conoció al instante, era su hijo. Quedó petrificada, lo escuchaba hablar lejos, él le preguntaba cómo era posible que una pastora fuera una cirujana tan eficiente. Y ella salió corriendo.

Intentando olvidar todo, un domingo, fue a la plaza y encontró a su hijo con una foto en la mano preguntando si la conocían. Todos se quedaron asombrados cuando ella le arrancó la foto de las manos y le dijo: Esa mujer era yo, pero ya no existe, ahora soy una pastora. El sorprendido, con lágrimas en sus ojos, le dijo: mamá, cuanto te busqué, y mirá donde te encuentro, El la tomó de los hombros y se sentaron en un banco de la plaza.

Entonces su hijo le contó que habían salido de vacaciones con su mujer y su hija, cuando en el viaje reventó una cubierta justo frente a ella, que lo que había pasado era un milagro, que no la quería volver a perder nuevamente. Entonces ella accede a reconstruir su familia pero Elisa no quería dejar el lugar que le había dado tanto.

Su hijo le contó que también era médico, igual que ella, que la gran ciudad lo había cansado. Así fue que compró una casa en el pueblo y la doctora arregló su cabaña para convertirla en un bello lugar donde pasaba horas hablando y jugando con su nieta. Después de tantos años, Elisa volvía a ser feliz. Como ahí había hospital pero no médico, le propuso a su madre atenderlo juntos.

Y así fue. En las mañanas salía a pastar las vicuñas con su ropa típica del lugar y a la tarde se ponía su guardapolvo de doctora para trabajar en el hospital.

De pronto la gente la empezó a llamar “La doctora coya”.



Mónica Yacob
Modalidad: a distancia
Nivel A - Módulo 3
Campus Virtual- Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Julio de 2015

CON EL CALOR DE TUS MANOS. Por Flavia Rago. Consigna 3, Nivel A - Módulo 3


Golpeó a su puerta una mujer muy sensual, envuelta en un abrigo de piel. Él abrió y se quedó mirándola de pies a cabeza. Luego la invitó a pasar.

Ingresaron a un ambiente cálido, de luces tenues y música suave. Sobre una mesa descansaban dos copas y una botella de vino.

Ella se quitó su abrigo causando en él un estupor mayor al anterior, su vestido ajustaba las partes más destacadas de su cuerpo y su larga cabellera morena era el marco perfecto para tanta belleza, era sublime.

Luego de un momento se sentó en el sillón cruzando sus piernas de manera sugestiva. Él contenía la respiración sintiendo que su corazón estallaría. Se sentía hechizado por esa bella mujer que tenía ante sus ojos. Se sentó frente a ella- para poder seguir inspeccionándola con detenimiento.

Mirándola a los ojos vertió suavemente el dulce vino en una copa y se la ofreció. Ella la aceptó gustosa, y comenzó a girarla entre sus manos para trasmitirle calor.

Sintió que pasó una eternidad estando en compañía de esa escultural mujer, cuando de golpe un escalofrío estremeció su cuerpo y de un salto despertó al oír el sonido insistente del timbre.

En su confusión no sabía si lo ocurrido había sido real, y pensando en ella, abrió la puerta.

Mayor fue su sorpresa y desconcierto al encontrarse frente a él a una hermosa mujer de cabellera morena envuelta en un prefecto abrigo de piel.


Flavia Rago
Modalidad: a distancia
Nivel A - Módulo 3
Campus Virtual- Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Julio de 2015

Consigna 3 - Nivel A - Módulo 3

Primera parte: Escribir una lista de veinte sustantivos al azar (1. agenda, 2. cerebro, 3. perro… 19. dolor, 20. vereda) Numerarlos. Elegir de a pares desde los extremos: el 1 y el 20 y escribir una oración o frases breves; luego el 2 y el 18 y escribir otra frase. La idea es que esos sustantivos estén conectados.

Por ejemplo: 1. agenda y 20. Vereda

Salió corriendo del departamento, paró un colectivo y subió desesperada. Sin darse cuenta, su agenda había quedado desparramada sobre la vereda.

Segunda parte: Escribir un cuento que contenga alguna de las frases u oraciones de la actividad anterior.


Extensión máxima: dos carillas.


Nota importante: Antes de entregar: lean y relean en voz alta, borren repeticiones, escriban oraciones breves, borren lo que no consideren que es fundamental y chequeen los tiempos verbales.

Nota importante 2: Ordenen los nombres de sus archivos. Si el primero se llama: “Consigna 3 – Laura Martínez” van a recibir mi devolución como “Consigna 3 – Laura Martínez -visto-“; entonces para trabajarlo y volvérmelo a mandar tienen que agregarle un “corregido” o un “2”


IMPORTANTE: Fecha límite de entrega de consignas 20 de julio.


Ilustración: ©Sofía Escamilla ©CONACULTA – MÉXICO 2012



Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Argentina de Creative Commons. @Literatorio de Julia Martín. Está prohibida su venta o comercialización, total o parcial.
Si va a reproducir parte del contenido de esta obra, deberá citar la fuente.
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Taller Literario – Módulo 3


¡Bienvenidos a la TERCERA parte! Espero que se sientan felices con los progresos y logros que van adquiriendo.
Esta vez, comparto tres cuadernillos: uno que contiene la teoría (como siempre), uno en el que tienen la normativa y el uso de la raya de diálogo de personajes y el tercero en el que encontrarán una ficha que les ayudará a diseñar sus personajes.

POR FAVOR: Aquí es donde deberán dejar sus consultas respecto de los contenidos.

Cuadernillos:
-Escritura nivel A – Módulo 3 (PDF)
-Normativa de la lengua – Usos de la raya (PDF)
-Ficha técnica de personajes Literatorio (PDF)




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Si va a reproducir parte del contenido de esta obra, deberá citar la fuente.
www.literatorio.com.ar │julialetras@gmail.com


La Magia de los Pinceles. Por Isabel Racciatti. Nivel A - Módulo 2 - Consigna 2 gamma


Lo que más tarde llamaríamos una hermosa pintura comenzó en Francia un diez de febrero de 1998. Felipe era un pintor de 37 años y no muy reconocido porque sus obras no eran vendidas. A él le gustaba coleccionarlas.

Su atelier era pequeño, oscuro, frío cubierto de cuadros, espejos, alfombras y velas encendidas, sin muebles y solo tenía un baúl antiguo que se lo había regalado su abuela.

Un día, el pintor, puso un aviso en el diario de la zona solicitando una modelo de origen mestizo para ser su nueva obra, estaba cansado de pintar rubias.

Esa tarde, mientras tomaba su cuarto vaso de vino, preparó un lienzo, oleos y pinceles, ya estaba listo para pintar. Alzó su mirada y tras uno de los espejos, creyó ver a una mujer morena envuelta en un grueso abrigo, ella sin decir nada posaba intrigada. Con voz suave Felipe le dijo: ¡Serás una modelo haciendo un desnudo! Trataré de no tardar mucho.Ella con mucha vergüenza dejó caer su abrigo. Él quedó deslumbrado ante esa figura, con piel aterciopelada, ojos claros y una sonrisa cautivante.

Comenzó a dar sus primeras pinceladas, el negro, el blanco, el marrón, el celeste, empezaron a esfumarse, como por arte de magia las horas pasaron, los pinceles danzaban, las velas ya no alumbraban, y en la mente de Felipe unas preguntas se repetían sin cesar ¿Quién era esa mujer?, ¿Dónde vivía?, ¿Qué hacia?

Luego de varios minutos había terminado, más que una pintura era una fotografía realizada.

Felipe entornó los ojos y al volverlos a abrir, la mujer ya no estaba, se acababa de esfumar sin decir nada.

Pasados varios años, su atelier cambió, hoy tiene luz, paredes de colores, un fogón encendido, sillones, mesas, candelabros y su pintura más amada.

Y ahora en la mente de Felipe ya no suenan esas preguntas que se repetían mientras pintaba a la morena, ahora en su mente solo se repite: “Mujer morena te fuiste, ¿Por qué no dijiste nada?, me enamoré sin querer, te amo y no sabes nada.

Sentado en su antiguo baúl cierra sus ojos pero vuelve a la realidad por un llamado en su puerta.

Cuando se acerca al umbral, sus ojos se abren más que nunca, al reconocer el abrigo, la mujer ya no era la misma, era morena, de piel aterciopelada, pero de cabellos plata, y le hace una pregunta: ¿Tú tienes un cuadro de una morena joven?

Sí, le contesta él, nunca la pude vender. Es el cuadro de mi amor eterno.

Ella sorprendida, deja caer su abrigo, y le dice que la vuelva a pintar.

Los pinceles nuevamente comienzan a danzar, el ambiente envuelto con los densos vapores de los oleos… y es en este momento, que Felipe al pintar esas curvas que reconocía de memoria, se da cuenta de que la morena regresó por su amor.



Isabel Racciatti
Modalidad: a distancia
Campus Virtual – Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Junio de 2015

EL DIVÁN ROJO. Por Fidel José García. Nivel A – Módulo 2, consigna 2 gamma


La luz que se filtraba desde el ventanal daba directamente sobre el atril.
El lienzo aun virgen esperaba las caricias del pincel cargado de óleo.

La ceremonia del bosquejo había finalizado, los trazos de negro crayón mostraban un bello cuerpo sentado lánguido sobre un diván.
Las piernas recogidas resaltaban la belleza de sus formas, los pechos pequeños y erguidos y la cabellera se deslizaba sobre su rostro, como claras señales de juventud.

Eduardo miró a su modelo:

—¿Estás cómoda? —le preguntó.

—Adelante —respondió ella.

Tomó el pincel dispuesto a comenzar la tarea, lo pensó mejor, lo dejó nuevamente sobre la paleta, se acercó a Nicole, la tomo por los hombros y besó con pasión, Nicole lejos de oponerse, lo abrazó amorosamente.

Luego soltándolo suavemente le reprochó:

—Tendré que ubicarme de nuevo amor, me moví toda.

—Eso no me preocupa, lo que sí me preocupa es esta situación, si llega a sospechar algo... sabemos que es capaz de cualquier cosa.

El silencio se apoderó del lugar, por largo rato ninguno se atrevió a romperlo.

—Estoy preparada para lo que sea —dijo por fin Nicole— no puedo más, cada vez que me toca siento que voy a vomitar, y el parece adivinarlo, entonces es cuando más me exige, me aprieta de tal manera que marca sus dedos en mi piel, y me dice amenazadoramente: “Si me dejas te mato a vos y a la basura que se atreva a quererte”.

Eduardo se llenó de dudas, ¿valía la pena exponerse así?, ¿y si además de ellos dos, se la tomaba con su mujer? Adriana era buena, sensible y bonita, sólo que había perdido el fuego, la pasión de los primeros tiempos ¿o había sido él quien la perdió?

No era eso lo que ahora importaba, el tema era que había demasiada gente en riego a manos del psicópata novio de Nicole.

El chirrido de la puerta al entreabrirse le paralizó el corazón, la figura se recortó sobre el rellano, su mano sostenía el arma, los miró con mezcla de asco e indiferencia. “Pensaron que no me enteraría perros, hijos de puta” y antes que Nicole pudiera gritar le disparó a quemarropa.

Nicole cayó como una marioneta a la que le cortaron los hilos, la mancha roja de sangre se confundió con el color del diván. Eduardo miró con ojos de asombro, sin poder creer que aquello estuviera ocurriendo.

El disparo le dio en el centro del pecho.
Lo último que vio antes de morir fue a su mujer con la pistola aún humeante en su mano y su boca escupiendo sobre su cuerpo agonizante.



Modalidad: a distancia
Campus Virtual – Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Junio de 2015

Reencuentro en la librería. Por Flavia Rago. Nivel A - Módulo 2 - Consigna 2 beta


Mauro divisó la librería y se dirigió rápido en esa dirección. Era cliente desde hacía mucho tiempo, desde la época en que estaba en la universidad estudiando para contador.Se había hecho amigo de Alberto, quien comenzó como empleado en la librería y ahora era el dueño, ya que la había heredado al fallecer su padre.Después de recibirse Mauro, como era de esperar el primer trabajo como contador lo obtuvo de su amigo, quien le pidió que llevara los papeles de la librería.

Aquella mañana, Mauro pasó por el local a tomar un café con su amigo y comenzaron la charla recordando su época de estudios.

—¿Te acordás de Ángela? —le soltó Mauro.

—¡Uh! Ángela, que habrá sido de ella. No la vimos más desde que decidió dejar el profesorado de historia. ¿Qué la habrá llevado a tomar esa decisión, no? Iba tan bien —comentó Alberto.

—Se mudó de casa en esa época. El padre no andaba bien de salud. Ella tuvo que trabajar y por eso dejó los estudios —recordó Mauro.

—Era bien parecida la piba —dijo Alberto.

—Sí, muy linda de verdad —reforzó Mauro—. Una vez tuve la oportunidad de hablar seriamente con ella, de su vida, su familia, lo que le gustaba hacer, de cosas serias y de frivolidades, que se yo. Pero la pasamos bien. Ella decía que estudiaba porque quería darle una vida mejor a los viejos. Yo le dije que estaba bueno hacer lo que a ella le gustaba. Que era bueno que quisiera ayudar a sus padres que tanto habían hecho por ella.

—¡El cabezón Espósito sí que era bravo! —continuó diciendo Alberto.

Mauro se dio cuenta de que no estaba escuchando a su amigo.

—¿Quién? —le preguntó.

—El cabezón Espósito… ¿Qué te pasa? Te quedaste pensativo, no me estás escuchando.

—Me quedé pensando en Ángela. En las charlas que teníamos —contestó distraído Mauro.

—Tengo que hacer un pedido. ¿Me aguantás un rato? —lo sobresaltó Alberto nuevamente.

—¿Eh? Sí, sí, hacé nomás —contestó Mauro.

—Me pidieron unos libros de historia nuevos, son para una profesora que se mudó la semana pasada al barrio —y se quedó pensativo.

—Che, ahora el que se quedó pensativo sos vos. ¿Qué te pasa? —soltó su amigo.

—Desde que vino a pedirme los libros que estoy tratando de acordarme, yo a esa mina la conozco de algún lado. Pero no puedo darme cuenta de dónde —decía Alberto.

—Capaz la encontrás parecida a alguien, solo eso.

Alberto salió para la oficina atestada de carpetas y libros pendientes de ingresar al sistema para poner a la venta. Localizó el teléfono y marcó un número decidido.

Mientras tanto su amigo hojeaba algunos ejemplares que había sobre el mostrador.

Cuando Alberto terminó de hablar por teléfono, Mauro se despidió.

—Bueno che, me voy. Se me hace tarde y tengo bastante laburo. La semana que viene paso.

—Bueno, dale. Nos vemos —contestó su amigo—. Cualquier cosa nos hablamos y nos juntamos a comer un día de éstos.

Sin más, Mauro salió de la librería.

A la semana siguiente, pasó como era su costumbre un ratito por el negocio de su amigo.

Conversaron por una hora, y en pleno debate estaban cuando se sintió el tintineo de la campanita de la puerta de entrada.

Los dos giraron al momento, atentos a quien entraba.

Una mujer muy bien vestida, formal pero sensual en su forma de mirar. Traía de su mano a un niño de unos diez años quizás.

En voz baja Alberto comentó a su amigo:

—Es la profesora de historia que me pidió los libros. La que se mudó hace poco al barrio. Fijáte, mirála bien. ¿No te hace acordar a alguien? Yo sigo pensando que de algún lado la conozco.

Mauro la miró totalmente sorprendido. Esa cara no era fácil de olvidar.

Cuando ella llegó al mostrador, su seguridad era máxima, no había dudas, era Ángela.

Se miraron largamente a los ojos y él solo atinó a saludar.

—¡Hola! —contestó ella.

Alberto los miró desconcertado, preguntándose de dónde se conocían.

—¿Vos sos Ángela, verdad? —preguntó Mauro esperanzado.

—Sí —contestó ella— ¿Mauro, sos vos? —preguntó a su vez.

—¡Sí! —dijo él alegre— ¿Qué haces tantos años, qué fue de tu vida? —quiso saber.

En ese momento, Alberto cayó en la cuenta de porque esa mujer le resultaba tan familiar, pero no la había asociado con ella porque le había reservado los libros con otro nombre.

—Alberto, ¿ahora entendés? —preguntó Mauro mirando a su amigo— ¡Es Ángela!

—Sí, sí —contestó él— Cómo no me di cuenta antes. ¿Te acordás de mí? Soy Alberto —le preguntó a ella.

—¡Uh! no me había dado cuenta de que eras vos —le dijo Ángela—. A veces soy tan distraída.

—¿Así que volviste al barrio? —quiso saber Mauro—. Y por lo que dijo Alberto, deduzco que finalmente te recibiste, ¿no?

—Sí, volví hace un mes, más o menos. Estoy dando clases en la secundaria —dijo ella contenta—. Me movilizó mucho la vuelta pero me hacía falta regresar a mis raíces.

—¿Dónde estabas? —preguntó Mauro—. Nunca supimos adónde te habías ido, perdimos contacto y no tuvimos más noticias tuyas.

—Nos mudamos a Bariloche, mi papá estaba muy enfermo y los médicos nos dijeron que el aire de montaña podía mejorarle un poco la calidad de vida —recordó ella—. Seguí mis estudios allá, me costó un poco más de tiempo recibirme porque trabajaba, pero finalmente lo logré.

—¿Y cómo están tus viejos? —preguntó Alberto—. ¿Siguen viviendo allá o se vinieron con vos?

—Mi papá mejoró un poco, pero sus pulmones ya estaban bastante deteriorados, así que al año falleció —dijo Ángela melancólica.

—Ah, perdón —solo contestó Alberto.

—No hay problema, no tenías porque saberlo —le contestó—. Mi mamá con el tiempo lo va superando. Ella se vino conmigo.

—¿Y el pequeño quién es? —quiso saber Mauro.

—Él es Tomás, mi hijo —dijo Ángela.

—O sea que estás casada —aseguró él.

—No precisamente —contestó reticente—. La idea de irnos a Bariloche no fue solo por la enfermedad de mi padre. Algún día te lo contaré —dijo pensativa.

Enseguida Mauro le dijo: ¿Qué te parece si tomamos un café algún día de estos y ponemos al día nuestras vidas?

Ángela le dijo que sí, retiró los libros que venía a buscar y se fue.

Una semana después, Mauro y Ángela se encontraron en un café, enfrente de la plaza del barrio.

Comenzaron a charlar animadamente de sus vidas, de lo que habían hecho a lo largo de los años que no se habían visto. Cuando ya estaban aclimatados, Mauro quiso saber más acerca del hijo de Ángela.

—¿Y qué pasó con el padre? —le preguntó.

—Nunca se lo dije —contestó temerosa Ángela.

—Pero ¿sabés quién es? —dijo Mauro al instante.

—Por supuesto que sé quién es. Pero preferí enfrentar sola el problema y no cargar a otra persona con los míos —y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Disculpáme Ángela, no quise hacerte sentir mal —le dijo Mauro tocándole la mano.

Ella la retiró suavemente y se secó las lágrimas con el dorso.

—Nunca se lo dije porque él no quería ataduras ni complicaciones —continuó ella— porque claramente me lo dijo en la cara la tarde que intenté contárselo. Sus palabras me llegaron hondo al corazón, y solo me callé —dijo llorando quedamente.

A Mauro los pensamientos se le agolparon uno encima del otro, recordó de golpe aquella conversación en la que ella le decía que se mudaban.

Finalmente ella soltó:

—Nunca te lo dije, porque el padre sos vos.


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Junio de 2015

La importancia de la historia en la vida de un hombre. Por Azul Pacheco. Nivel A - Módulo 2 - Consigna 2 beta


Ernesto tenía una rutina estricta. Se levantaba a las seis de la mañana, a las ocho abría la librería, al mediodía almorzaba con Juan, —su amigo contador al que conocía de toda la vida—, luego dormía una siesta de treinta minutos y volvía presuroso a su trabajo, a la medianoche cerraba el negocio y nadie en el barrio sabía más de él hasta la mañana siguiente. Así, de lunes a lunes.

Ninguno entendía por qué Ernesto estaba solo. Era apuesto, todavía joven, alegre, tenía dinero…. Tampoco entendían qué hacía entre tantos libros todos y cada uno de los días de la semana.

A Juan le preocupaba que su mejor amigo viviera como un ratón de biblioteca y por eso, los sábados y domingos lo invitaba a alguna fiesta o al club con la esperanza de verlo aparecer algún día.

Ernesto era feliz apegado a su rutina y por más de que algunos amigos y vecinos intentaran modificarla, él no quería cambiar y así fue hasta el día en que Mercedes, la profe de historia, se mudó al barrio, alquiló la casa lindante a la librería y entró a comprar un libro.

Mercedes, como lectora fanática que era, se lo pasaba en el negocio de Ernesto revolviendo estantes en búsqueda de alguna obra no leída de Jo Beverley. Ella, enamorada del género histórico sentía por la autora una admiración desmedida y él, atraído por su charla, entusiasmo y amplia sonrisa, había creado un rincón literario, donde servía café a las cinco de la tarde, por el sólo afán de retenerla más tiempo en su local.

El barrio empezó a verlos siempre juntos entre lecturas a todas horas en la librería, por las noches charlando y riendo en el bar de en frente y los fines de semana cenando en algún restaurante y también en el club caminando de la mano.

La gente se acostumbró pero no faltó quien apostara por la ruptura. Pasó el tiempo, Ernesto y Mercedes se fueron a vivir a una casa nueva y pronto todo el mundo los olvidó.

Así son las verdaderas historias felices.
Mustias y olvidables.
Anónimas.
Sin final.



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Junio de 2015

Mi amigo, el pintor. Por Ana Mársico. Nivel A – Módulo 2. Consigna 2 gamma


Hace mucho tiempo, lo conocí a mi amigo. Todos lo llamaban “el pintor”. Era una persona, se puede decir “extraña”; creo que esa es la palabra que lo define porque tenía algo inexplicable que excitaba la curiosidad de todo aquel que lo conocía, mi amigo tenía una característica especial no permanecía demasiado tiempo en una ciudad, nunca me pude enterar porqué.

El pintor no era nativo de éste lugar, por lo que todos los habitantes del pueblo, lo miraban con desconfianza. Sin embargo, de a poco fue ganando un lugar entre ellos, pero claro, imaginen que pintaba mujeres desnudas. Si bien era todo un pionero para la época, la sensación que provocaba en las señoras de la alta sociedad, el escabroso individuo, era horrorizante.

Quien lo visitaba veía que siempre estaba recluido en su taller rodeado de lienzos, óleos y modelos que posaban desnudas. Recuerdo que logró hacer una muestra y fue gracioso, porque sólo concurrieron caballeros.

“El pintor” era más bien tímido y le gustaba la soledad que compartía perfectamente con sus lienzos, aunque a veces alguna que otra noche, se lo podía ver en el bar del lugar, charlando y bebiendo, tal vez demasiado, tanto que allí dejaba caer, como al pasar, todo el rencor y la tristeza que escondía diariamente.

Sus vecinas, (esas que siempre se ocupan de la vida ajena) decían que había una modelo que lo visitaba mucho, tan a menudo que en realidad creían que era su amante. Según decían era una chica preciosa, alta, flaca, morocha, de ojos verdes, alguien así muy parecida a Lucía, mi novia.

Su paso fue corto por aquel poblado, en realidad creo que su partida se adelantó cuando ese día toqué a su puerta. Jamás volví a saber de él…




Ana Mársico
Modalidad: a distancia
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Junio de 2015

Consigna 2 - Nivel A - Módulo 2

Consigna 2: escribir un cuento a partir de las siguientes ideas (optar por una de las consignas “alfa” o “beta” o “gamma”) que se proponen a continuación.

Extensión máxima: dos carillas.

Consigna 2 alfa: un hombre y una mujer, se miran a los ojos, frente a una farmacia.
Consigna 2 beta: el dueño de una librería, su amigo contador y cliente y una mujer (profesora de historia) que se acaba de mudar al barrio.
Consigna 2 gamma: un/a pintor/a, un lienzo, óleos, un/a modelo que posa desnudo/a y un tercer personaje que toca la puerta.

Nota importante: Acá las ideas son dadas en presente, pero los cuentos se narran en tiempo pasado ¡atención con los tiempos!

IMPORTANTE: Fecha límite de entrega de consignas 21 de junio.

Pautas de entrega

Archivo de consigna:
Los trabajos de escritura deberán ser enviados en un archivo Word.doc
El nombre del archivo deberá contener: el número de módulo, título de la consigna y el nombre del/la tallerista.
Ejemplo: M1 3alfa - Laura Martínez.doc

Esto es:
M1: Módulo 1
3alfa: consigna 3, alfa

Configuración de página:
La configuración de la página del Word deberá seguir las siguientes pautas para una mejor corrección:
Formato A4, vertical. Márgenes superior e inferior de 2,5 cm y derecho e izquierdo de 3 cm.
Tipografía Arial 12 puntos. Los párrafos deberán tener un interlineado doble.

Enlace para descargar Guía de presentación de consignas: AQUÍ


Ilustración: ©Sofía Escamilla ©CONACULTA – MÉXICO



Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Argentina de Creative Commons. @Literatorio de Julia Martín. Está prohibida su venta o comercialización, total o parcial.
Si va a reproducir parte del contenido de esta obra, deberá citar la fuente.
www.literatorio.com.ar │julialetras@gmail.com

¡Bienvenidos a la segunda parte! Espero que se hayan sentido a gusto.


Aquí encontrarán tres cuadernillos: el que contiene los elementos teóricos y dos archivos de lectura (un cuento de Quiroga y uno de Benedetti) que servirán de ejemplo para ilustrar lo que se explica en el módulo teórico (lean de manera analítica, deténganse en la sintaxis, en la estructura, los adjetivos, etc. —por lo menos tres veces cada cuento—)




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Con los pies en la arena. Por Flavia Rago. Nivel A - Módulo 1 - Consigna 1 gamma



La niña juega en la playa, bajo el sol, protegida levemente por su sombrero. Con los pies en la arena dibuja castillos imaginarios, en los que desearía vivir una vida de princesa.

Le gustaría, al menos por un día, usar vestidos vaporosos, asistir a banquetes majestuosos, recorrer grandes habitaciones de pisos brillantes.

Pero su realidad está alejada de lo que imagina, eso se nota en su mirada triste, por eso su sonrisa es más por melancolía y añoranza que por alegría.

La niña no tiene ningún vestido vaporoso, ni siquiera uno, su ropa son apenas harapos que la cubren lo suficiente… solo lo suficiente.

Tampoco vive en un castillo majestuoso de habitaciones con brillantes pisos, sino en una pequeña casita casi derrumbada.

Pero dibujando con sus pies en la arena puede al menos por un momento ser feliz, y con eso le basta.



Modalidad: a distancia
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Mayo de 2015

La Rebelión de los Suspiros. Por Azul Pacheco. Nivel A - Módulo 1 - Consigna 1 alfa



Un suspiro llegó a la puerta de la estación abandonada y la abrió de par en par. Las historias salieron del encierro y el sol del mediodía se fundió con ellas.
Dicen los vecinos que eran fantasmas y la noticia como poseída recorrió el pueblo.

Otro suspiro furtivo y ronco se filtró por la ventana de la vieja oficina del correo, desprendió las bisagras y aterrizó en el suelo como si fuera un avioncito de papel. Más historias huyeron por la abertura.

Una vecina jura que vio a su tío muerto desde hace más de veinte años leyendo una carta en la vereda. Luego se desmayó.

Cinco suspiros barrieron la calle principal y no quedó hoja, papelito o bicho que no fuera a parar a la basura.

Un viajante contó que la campana de la iglesia comenzó a sonar sin ton ni son y al instante el cielo se cubrió de más suspiros. Tantos, que se hizo de noche. También dijo que por debajo de la puerta de cada una de las casas salían gemidos de todos los colores y quedaban palpitando como estrellas en el negro manto que cubría el cielo.

Algunos vecinos certifican que se formó la nube más grande que vieran en sus vidas y que, entre truenos, relámpagos y centellas, se paralizaron de terror.

Dicen que llovían suspiros como si cayeran sapos y que al chocar con la tierra hacían tanto ruido que parecía el fin del mundo.

Y más suspiros brotaban como plantas de una punta a la otra en todas y cada una de las calles.

Mi abuela contaba que un 21 de abril cayó un rayo de suspiro enorme y partió al medio el árbol más antiguo de la plaza. En casa nadie le creía porque siempre repetía lo mismo y, a medida que pasaba el tiempo, le iba agregando nuevas anécdotas. Que de las ramas caídas salían inspiraciones como si fueran hormigas voladoras. Que las raíces estaban llenas de exhalaciones y se iban empujando entre ellas para salir primeras y escapar de su cárcel de madera.
Mi abuela también decía que muchos lamentos, cientos de miles, se transformaron en bichitos de luz y se fueron a alumbrar a todas las esquinas. Ella jura que se hizo de día.

No es casual que mi pueblo se llame “El Suspiro” ni que me haya obsesionado por comprender la cultura suspirense.

Buscando en los archivos del museo local encontré la fecha en que se rebautizó y le cambiaron el nombre: 19 de septiembre de 1919. Sin embargo, nada había del nombre anterior de la localidad ni de la fundación ni de sus fundadores. Sólo consta que en el segundo Censo argentino de 1895, realizado durante la presidencia de José Evaristo Uriburu, había 500 pobladores y en el de 2010, según informaba el INDEC, el número de suspirenses había alcanzado la cifra de 13511.

Tampoco es casual que la noticia de la Rebelión de los Suspiros haya dado la vuelta al mundo y que algún funcionario, quizá descendiente de aquellos pioneros, haya declarado al pueblo “El Suspiro, Patrimonio de la Humanidad”. Esto consta en los registros. Doy fe.

Tener en mis manos la ambarina Proclama del Congreso Internacional de Suspiros de 1919, realizada en el ya desaparecido Club Social y Recreativo El Suspiroso, me permitió reavivar los intrépidos tiempos de la Rebelión: “¡Suspiros de todo el mundo, libérense! ¡Todo lo que necesitamos para alcanzar esta gran meta final es ORGANIZACIÓN Y UNIDAD! Ha llegado la hora de la solidaridad. ¡Súmense a nuestras filas! Escuchen el clamor desafiante que llama a la batalla: ¡«Suspiros de todos los países, únanse! ¡No tienen nada que perder más que sus cadenas»!
El resplandor de las armas ya anuncia el amanecer del día del Juicio. ¡Tiemblen los opresores y los negadores de suspiros! [1][Sic erat scriptum by counter Suspirĭum] [2]

Al examinar fotos viejas encontré que el Monumento Al Suspiro erigido frente al Gran Hotel de los Suspirantes, está en el mismo lugar donde habría caído el viejo árbol de la plaza que narraba mi abuela.

También investigué a los 150 empleados del “Suspiro Shopping Center”, construido al lado del Gran Hotel, y en base a sus respuestas llegué a la conclusión de que, cierta o no, la historia de la Rebelión de los Suspiros está documentada como hecho histórico y no podrá refutarse jamás.

Lo más gracioso fue encontrar una inmensa fuente de suspiros en la nave principal de la iglesia, llena de moneditas en el fondo. No tanto me pasó cuando creí ver a varias personas casi transparentes, nunca diré fantasmas, leyendo un libro en el andén de la estación y cartas en la vieja oficina de correos.

Y así fue que sin darme cuenta, suspirando tal vez, llegué a la terminal, saqué el pasaje y me quedé sentada en un banco de la plataforma 14 esperando a que se fuera el micro. Nunca volví a la Capital.

Hoy soy guía de turismo, recién recibida, coleccionista amateur de suspiros olvidados y escritora. También me ocupo de las editoriales del diario Suspiro Libre y me encargo de los actos protocolares en cada aniversario del pueblo. Mi misión es recordarle a cada habitante del lugar, que un suspiro es mucho más que “una aspiración fuerte y prolongada seguida de una espiración, acompañada a veces de un gemido y que suele denotar pena, ansia o deseo”, como suelen indicar los diccionarios que rara vez consultamos.

Alguna vez leí que un suspiro es un aviso de existencia. Una realidad plena que nos completa y perfecciona. Una cadencia que libera al alma de su temporal encierro. Un discurso pronunciado en tiempo brevísimo para enardecer los ánimos de los distraídos. Es la señal analógica que el cuerpo utiliza para transmitir, de forma suave y continua, datos confidenciales. Es el aquí y ahora de todos los ahora aquí presentes. El fin y el remate…

Un Suspiro Es Libertario. Ni más ni menos.

¡¡Que Viva la Anarquía!!




Modalidad: a distancia
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Mayo de 2015



[1] Texto inspirado en un fragmento de la Proclama de Pittsburg de 1883
[2] Latín: [Fue escrito por contador Suspiro]

Con los pies en la arena. Por Ana Mársico. Nivel A - Módulo 1 - Consigna 1 gamma



Así estoy un día cualquiera en una playa cualquiera, no importa, sólo importa que estoy con los pies en la arena…

Miro alrededor, estoy sola, ya no es verano, no se oyen los ruidos extraños de gente casual, ni el sonido alegre de los niños traviesos, y yo me encuentro aquí, con los pies en la arena…

A lo lejos se ven aves de paso, tal vez busquen otros veranos… ¿Será que me ven con los pies en la arena?

Transcurren las horas, no como, no bebo… sólo siento el placer, con los pies en la arena…

Y cae la noche.

También siento miedo, está muy oscuro, no hay luna ni estrellas, un rayo penetra la tranquilidad del mar, quedo atónita, quedo con los pies en la arena…


Ana Mársico
Modalidad: a distancia
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Mayo de 2015

Consigna 1 - Nivel A - Módulo 1

Juguemos un rato para precalentar los dedos —la pluma o el lápiz, todo vale—. Busquen al azar cuatro libros en su biblioteca. Abran el primero en cualquier parte y fíjense cuál es el primer sustantivo que aparece. Anótenlo. Repitan el método con el segundo libro, pero ahora busquen un adjetivo. Péguenlo al sustantivo. Por último busquen un verbo y complementos en el tercero y cuarto libros respectivamente. Con ganas de maravillarse, lean la oración obtenida.

¿Se animan a escribir un texto breve que contenga esa frase? Si se animaron, envíenmelo junto con la consigna 1 que figura aquí abajo.

Consigna 1: Desarrollar un texto cualquiera a partir de los siguientes títulos (optar por una de las consignas “alfa” o “beta” o “gamma”) que se proponen a continuación. Extensión máxima: una carilla.

Consigna 1 alfa: “Un suspiro”
Consigna 1 beta: “El comienzo”
Consigna 1 gamma: “Con los pies en la arena”

IMPORTANTE: Fecha límite de entrega de consignas lunes 18 de mayo.

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Pautas de entrega

Archivo de consigna:

Los trabajos de escritura deberán ser enviados en un archivo Word .doc
El nombre del archivo deberá contener: el número de módulo, título de la consigna y el nombre del/la tallerista.

Ejemplo: M1 3alfa - Laura Martínez.doc

Esto es:
M1: Módulo 1
3alfa: consigna 3, alfa


Configuración de página:

La configuración de la página del Word deberá seguir las siguientes pautas para una mejor corrección:

Formato A4, vertical. Márgenes superior e inferior de 2,5 cm y derecho e izquierdo de 3 cm.
Tipografía Arial 12 puntos. Los párrafos deberán tener un interlineado doble.



"Cómo empezar a escribir historias" Ilustración: ©Eugenia V. Cano ©CONACULTA - MÉXICO



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Bienvenido/a al taller de escritura creativa. Nivel A - Módulo 1


Las palabras no son de nadie.
Bajtín

ESCRIBIR

La literatura se singulariza dentro de las bellas artes por emplear como instrumento expresivo la palabra. El lenguaje es la herramienta de la cual se valdrá esta disciplina para crear su obra. Para el pintor, la herramienta es el color y la forma, el pincel y la acuarela; para el músico, el instrumento y la armonía; y para el escritor será la palabra.

Escribimos para ser leídos (por lectores ficticios o reales), para comunicarnos, para reflexionar, para exteriorizar nuestro sentimientos, entre otras. Todas razones válidas.

Este taller se creó con el propósito de unir la palabra con el autor. Es nuestro deseo achicar la brecha que se genera cuando nos faltan las herramientas para contar. Mediante la práctica, la lectura y la corrección, podemos convertirnos en escritores más competentes.

Es nuestro deseo acompañarte en este proceso de aprendizaje y nuestro deber, brindarte las herramientas necesarias para que puedas encontrar tu propia voz.


¡Bienvenido/a!


Julia Martín
Redactora especializada en textos literarios
Escritora

@Literatorio de Julia Martín

Nivel A - Módulo 1 - Escritura
Contenido:
Introducción
¿Qué es un texto?
La palabra
Géneros literarios
Análisis genérico de una composición
➭Estructura, estilo y tratamiento del tema
Consignas de escritura
Bibliografía

Nivel A - Módulo 1 - Lecturas
Contenido:
“Espantapájaros”, Al alcance de todos, 1932, Oliverio Girondo
Las Moscas, J. P. Sartre (fragmento de escena IV)
“Kappa” de Ryunosuke Akutagawa
Decálogo del escritor, según Augusto Monterroso




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ABIERTA LA INSCRIPCIÓN AL TALLER LITERARIO Y CLUB DE LECTURA – MODALIDAD A DISTANCIA


Requisito imprescindible: Ser socio de la biblioteca y tener la cuota social al día

Fecha de cierre de inscripción: Viernes, 01/05/2015
Inicio del taller: Lunes, 04/05/2015
Fin del taller: Viernes, 30/10/2015

Duración estimada del taller: 6 meses – 6 módulos de 1 mes de duración cada uno.

Coordinadora del taller literario: Julia Martín, Redactora especializada en textos literarios. Escritora.

Destinatarios del taller: Socios Activos y Vitalicios de la Biblioteca Popular “José A. Guisasola”

El Taller Literario y Club de Lectura cuentan, además de la coordinadora, con tutores voluntarios que estarán de manera permanente asistiendo y acompañando a los alumnos para que se sientan cómodos en el campus, puedan aprovechar al máximo todas las herramientas y recursos, así como responder las inquietudes que surjan.

Inscribirse en la biblioteca
los días lunes, miércoles y viernes
de 10 a 17 hs.

CUPOS LIMITADOS

Las vacantes se otorgarán por orden de inscripción




Biblioteca Popular "José A. Guisasola"

Talleres Literarios y Club de Lectura

Ingreso al campus




Cultura y Acción Comunitaria de la Cooperativa Obrera Ltda., dentro del marco del “Programa de Estímulo Cultural de la Economía Social”, apoya la acción cultural de la Biblioteca Popular “José A. Guisasola”


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