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Una niña perdida en el bosque. Por Isabel Racciatti. Consigna 4, Nivel A - Módulo 4


Había una vez una familia que vivía en un bosque, donde los árboles bondadosos cubrían los nidos de los pájaros entre sus hojas mientras ellos cantaban sus hermosas melodías.

Tenían una casa recubierta con piedras que de noche brillaban y la iluminaban, con muchas ventanas donde el sol muy temprano con su resplandor dorado les anunciaba el amanecer.

Estaba rodeada de árboles, flores, era ¡¡¡muy alegre!!! Los cuatro eran muy felices viviendo allí. Mora, la menor, era pequeña, morocha, con ojos verdes de tez blanca, tan blanca como las nubes. Rogelio su hermanito, se destacaba por curioso, picarón y travieso. Sus papás siempre estaban para cuidarlos.

Juntos hacían cosas divertidas, tenían juegos de mesa, leían cuentos, cocinaban, eran muy compinches y los educaban con mucho amor.

Todos trabajaban para poder vivir en ese lugar, la niña era muy estudiosa, ayudaba a su madre en todo lo que podía, Rogelio jugaba con las semillitas de colores que encontraba en el bosque, hacía agujeritos y las enterraba. Las semillitas las cuidaba y luego nacían, cerezas, arándanos, etc. Luego las cosechaban y mientras bailaban, llenaban los canastos de frutos. Su mamá preparaba los frascos para envasar los dulces que llevarían al pueblo todos los meses junto a los muebles que su papá fabricaba con madera que juntaba en el lugar. Las mantas que tejían en familia y muchas cosas más.

Así sus días pasaban sin darse cuenta.

Una mañana deciden ir al pueblo. Prepararon los caballos, el carro y la mercadería, ya preparados para salir, Mora no quiso ir y con varias excusas convenció a sus papás, eso sí, no debía salir de su casa ni abrir la puerta a nadie. Les dio un beso grande y entró: hizo los deberes porque al otro día debía ir a clases luego tomó la leche y miró hacia afuera, se sentía aburrida, se moría por recorrer el bosque. Entonces tomó su sombrero con flores, los anteojos oscuros, la cantimplora con agua y salió sin pensarlo. Los topos curiosos al verla asomaban sus cabezas y las volvían a guardar.

Ella nunca salía sola; siguió y ahí fue donde las ardillas traviesas que jugaban con las flores y las mariposas la vieron, se unieron al paseo, les gustaba estar con la niña, caminaron, cantaron, jugaron sin parar, se cansaron y decidieron dormir una siestita.

Cuando despertó, el sol se había escondido, las estrellas brillaban y Mora estaba sola, sus amiguitas se habían ido. Tenía miedo por lo que se levantó y caminó.

Como por arte de magia aparecieron las luciérnagas, se treparon sobre su sombrero y la alumbraron, gracias a ellas encontró una choza, se acercó y contuvo la respiración. Abrió la puerta, instantáneamente la invadió una sensación de alivio, una mujer insignificante avejentada y con el cabello revuelto estaba a su lado, Mora dio unos pasos hacia adelante y lloró, sus lágrimas humedecieron su ropa, tenía frío, hambre. La anciana se dio cuenta y le dijo no tengas miedo compartiremos la cena y la cama, mañana muy temprano te llevaré, conozco este lugar de punta a punta, aquí nací y crecí. Lávate y luego cenamos. Así fue, le ayudó a lavar los platos y se acostaron. Mora arrepentida pensaba en su familia que seguramente estaría buscándola sin parar, dio mil vueltas en la cama y así logró dormirse.

Muy temprano la anciana se levantó, le preparó la leche, abrió la puerta y con un silbido llamó a Gervasio que era su burro; en éste subió a la niña y salieron, hablaron mucho, la señora le contó que vivía sola hace muchos años .Mora con pocas palabras describió la hermosa familia con quien vivía y lo feliz que era ¡¡lo mucho que los amaba!!

Así la vuelta fue más corta, llegaron, sus padres estaban afuera, la regañaron, ellas trataron de explicarle, entendieron pero su penitencia tenía que cumplir, quince días sin salir a jugar. Mora aceptó, se dio cuenta que no debía desobedecer a sus papis y si de algo está segura es que no lo volverá a hacer.

Desde ese día su amistad creció con la anciana, se visitaban, pasaban muchas horas juntas y ella fue para los hermanitos la abuela que siempre soñaron tener y ella ahora no estaba sola tenia ¡una hermosa familia!


Isabel Racciatti
Modalidad: a distancia
Campus Virtual – Profesora: Julia Martín
Biblioteca Popular “José A. Guisasola”
Agosto de 2015

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